Cómo aquella verdad podría ser enseñada
A cada paso del camino, aquel joven aprendía, pues el mundo se encontraba en constante cambio y su corazón se turbaba ante la perpetua transformación de la naturaleza. Su encuentro frente a aquel trono de diamante había despertado en él la necesidad de comprender un mundo que se desplegaba en mil formas diferentes y en una multitud de colores. Allí permaneció absorto en la absoluta perfección, en silencio, pues no comprendía cómo aquella verdad tan profunda podría ser transmitida.
Continuó su camino con herramientas rudimentarias: una rueda de oro y una caracola. Con ellas buscaba poner en movimiento la conducta piadosa y correcta en el universo. Imitaba al puro y fortalecido ciervo, que durante casi todo el año se mantiene en completa soledad, soportando las inclemencias de un tiempo inhóspito.
Sin embargo, en el camino, cinco compañeros decidieron seguirlo en ese viaje ascético y sacrificado. Aún no encontraba la forma de transmitir el conocimiento otorgado por los dioses. Permaneció a orillas de un río durante seis ciclos, practicando rigurosas disciplinas físicas junto a sus cinco compañeros, pero nada funcionó. Finalmente, comprendió que la simple austeridad del cuerpo no tenía relación con la transformación de la mente. Continuó su camino en solitario, y sus compañeros lo consideraron un desertor.
Un día, los cinco virtuosos se encontraron con el desertor. Él estaba sentado bajo un gran árbol en ese parque repleto de ciervos. Al principio, decidieron ignorarlo, molestos por su actitud egoísta de olvidar las prácticas ascéticas. Optaron por no saludarlo ni mostrarle ningún signo de respeto. Sin embargo, mientras se acercaban, el resplandor del joven resultó insoportable, los abrumó y cayeron postrados ante él, suplicándole que les compartiera las enseñanzas aprendidas.
Fue en ese momento y ante la comprensión de esa sabiduría, que Buda habló acerca de las cuatro nobles verdades: el sufrimiento, sus causas basadas en estados mentales y padecimientos, la posibilidad de erradicar el sufrimiento y el camino que conduce a ello.
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